Historias de ciudad

Las ciudades son un gran espacio de encuentro entre la realidad y la ficción  y por eso generan tanta fascinación a quienes habitan en ellas. Las dinámicas contemporáneas de las grandes urbes dejan como fruto millones de historias que son contadas de boca en boca hasta convertirse en una gran red de cuentos y fantasías que hacen que la rutina y la cotidianidad pierdan monotonía. Esto fue lo que pude deducir cuando leí el libro de Memo Ánjel El tren de los dormidos y otras historias de Berlín (2010) y cómo todas las ciudades terminan pareciéndose de una u otra forma, traté de trasladas esas historias berlinescas a Medellín, una ciudad donde el realismo mágico se hace tan tangible como cualquier novela de Gabo.

A continuación se enumerarán  cuarenta y tres historias que encontré en Medellín y que se relacionan de una manera u otra con las que Memo Anjel describe de Berlin.

Presentación1

1. Las mujeres de las ventanas

Desde mi cuarto puedo ver a las  mujeres que salen a la ventana en horas de la tarde a  tomar el aire o tal vez a esperar que llegue el mensaje de alguna paloma mensajera en el que esté su tiquete de salida y puedan volar allí a donde quieren estar, o tal vez añoran la aparición de sus amados. Sea lo que sea, cada vez que salgo a la ventana y me uno a este rito privado el cielo se vuelve más rojo y más pensativo.

2. Matrimonio

En una tarde de verano en Medellín, a 31 grados centígrados y con un malgenio típico de estos días, estaba sentada en un restaurante de la ciudad y mientas esperaba ansiosamente a que llegara mi helado, hubo algo en el recorrido de mi mirada que me llamó la atención. Dos hombres, uno blanco, de cara redonda y vestido de azul claro estaba acompañado por lo que pareciera ser su marido, un hombre muy atractivo, de barba de tres días y vestía de forma más holgada. Frente a ellos se encontraba una hermosa niña, que sonreía mientras jugaba con el helado que acababa de llegar. Al principio fue sorpresivo y mi mirada no dejaba de detallar esta escena que poco a poco comenzó a dibujarse como una historia romántica de dos hombres valientes enfrentados a las acusaciones y señalamientos.  Cuando seguí el recorrido del lugar vi que no era la única que los miraba, todas las señoras mayores de edad  que tomaban el algo también miraban con discriminación a esta pareja que parecía estar aislada de todo mal, de toda acusación para demostrar al mundo que el amor está en todos lados, que el amor es de todos.

3. El hombre de la piyama

Cualquier persona que habite en frente de un edificio se ha visto en la curiosa situación de sentirse atraído por el que hacer del vecino del frente, quien a medida que pasa el tiempo se convierte en uno de los personajes más relevantes del día. En mi caso, cuando recién me mudé comencé a darme cuenta de la presencia de este hombre todas las mañanas, que a las seis y media de la mañana encendía la luces su  balcón y prendiendo un cigarrillo comenzaba lo que pareciera su trabajo. Pero este hombre  nunca vistió algo distinto a su pijama, sus shorts nunca combinaban con su camisa  y su pelo rebujado le daba un aire libre y descompilado. Comencé a acostumbrarme a su compañía durante mi desayuno de todos los días. Pero mi dicha no duró tanto. Después de dos meses deje de verlo, una curiosidad repentina se apoderó de mí y para resolverla decidí ir a  portería del edificio del frente donde habitaba mi acompañante matutino. El portero me respondió que allí ya no habitaba nadie y que por ahora se encontraba en venta

4. Cae la nueve.

Un día, cuando regresaba a mi casa emparamada y cansada por un largo día de trabajo, cayó sobre mí un avioncito de papel en el que decía: feliz de verte regresar. Mire hacia todos los lados para saber de dónde había llegado este mensaje, para cerciorarme que Dios no se había equivocado y que dicho mensaje  era para mí. Sin embargo la ilusión duró poco cuando comencé a ver que los otros que caminaban por la misma calle miraban hacia el cielo mientras sostenían un avión de papel, tan blanco y tan pequeño como el mío.  De repente la lluvia dejó de ser transparente y liviana para convertirse en una tormenta de avioncitos de papel que iba y venían de una dirección a otra buscando a los destinatarios. En ese momento me di cuenta que quien los enviaba  nos conocía a todos, y desde allí saludaba a los agradecidos.

5. Trafico

Eran las once y media de la noche y el metro se encontraba casi deshabitado. Con alivio entré al primer vagón que llegó, pero inmediatamente me encontré atrapado por el tráfico de miradas y pensamientos que en él se encontraban. Me sentía aturdida y poco podía entender lo que los otros pensaban. Cuando logre encontrar un asiento comencé  indagar en las miradas de estos personajes y cuando pregunté a la mujer del frente esta me remitió al hombre de adelante que miraba por la ventana pero que de vez en cuando volteaba a mirar a la chica de pelo rosado que impacientemente miraba a la señora que se encontraba  frente a mí. salí del vagón pero cuando volví la mirada a mis viejos compañeros de viajes estos seguían intactos, seguían como estatua.

6. Una pizza con los bordes quemados

Solía ir a una pizzería todos los viernes en la noche a tomarme una sangría y pedir como acompañamiento una pizza de jamón serrano y queso mozzarela. Cada vez que iba era distinto y lo disfrutaba como si fuera la primera vez. Uno de esos viernes decidí cambiar la noche por la luz del día y  me encontraba en la misma mesa con una copa de sangría esperando mi pizza. Después de media hora mi pedido llegó pero esta la vez la mesera no traía la misma sonrisa de siempre, su rostro mostraba impaciencia y dolor. Le pregunté que le ocurría y me dijo “cosas del corazón” cuando me entregó la pizza, está ya tenía los bordes quemados.

7. La profesora

He intentado todo tipo de ritmos y de estilos de baile durante los últimos diez años, y en todo ese tiempo jamás había conocido a un bailarín triste y desconcertado con la vida. Hasta que un día tomé la clase de Tap con Andrea, una profesora colombiana que había vivido en Argentina once años, pero que había regresado porque su madre estaba muy enferma. Al principio las clases comenzaban con ejercicios dinámicos y canciones felices pero a medida que pasaban los minutos el rostro de Andrea comenzaba a llorar y la música poco a poco se volvía lúgubre y lenta. Al final de la clase pedía disculpas y salía a llamar a su madre y después de colgar volvía a sonreír. A los seis meses dejó de asistir y jamás la volvimos a ver. Hace algunos meses me contaron que había regresado a Argentina y que allí había muerto.

8. Forma de ingreso

El camino que había que recorrer para llegar a la finca de mis abuelos era muy largo y aburrido. Sin embargo, por motivo de un derrumbe en la carretera mi familia y yo tuvimos que dejar el carro en un pueblo a dos kilómetros de la finca y pedir prestados unos caballos para que nos llevaran hasta nuestro destino. Para sorpresa mía esta cabalgata improvista resultó ser una de las experiencias más bacanas de mi vida, porque conocí paisajes que no había visto, conocí personas que habitan durante el camino y  lo más importante pude tener un buen rato con mis padres y hermanos, que aunque había pasado muchas veces por allí con ellos, jamás habíamos tenido un viaje tan placentero y descansado como aquel. Esta nueva forma de ingreso se volvió recurrente, no solo para nosotros, sino también para amigos y otros familiares.

 9. Hombres pájaros

Cuando el cielo está despejado y el viento juega libremente por este hermoso Valle de Aburra, los caminantes, cansados ya de utilizar sus pies, deciden lanzarse al aire con coloridas alas que van de un lado a otro. Es común ver como los fines de semana, en especial los domingos, el cielo de Medellín y de los municipios aledaños se convierte en una gran fiesta de colores y suspiros en los que los hombres pájaro demuestran a los que continuamos caminando que alzar vuelo es solo cuestión de fe y valentía.

 10. Una oyente de opera

Medellín se ha convertido en una ciudad de eventos en la que importantes artistas locales e internacionales vienen a deleitar a los ciudadanos con sus piezas artísticas. Sin embargo Teresita sabe que ésta es una ciudad de hombres solo que no tienen con quien compartir estos acontecimientos y por eso cada vez que hay un evento en la ciudad se planta cerca de la puerta del teatro y espera  a que un alma sola y desesperada vaya en busca de ella para invitarla y disfrutar de un bello concierto u obra de arte. Una vez le pregunté por qué seguía haciéndolo, ya que muchos las confundían con una prostituta y le hacían indecentes propuestas. Ella me respondió “yo necesito el arte y ellos me necesitan a mí”.

11. Un hombre en la cocina.

Cuando recién me trasladé a mi actual apartamento veía desde la ventana a un hombre en la cocina del apartamento del frente. Acompañado por sus dos hijos (no mayores de 5 años) cocinaba y lavaba los platos sucios. Una vez finalizaba con estas tareas sus hijos le aplaudían y lo abrazaban como si estuvieran orgullosos de su padre y el gran esfuerzo que hacía por alimentarlos. Esta escena se repetía todos los domingos en la mañana.

 Ya han pasado cinco años desde la última vez que vi a los pequeños y a su padre en la cocina festejando. Ahora solo veo al padre cansado y con grandes ojeras mirando hacia abajo donde los niños, ya grandes,  juegan fútbol con otros niños sin saber que su héroe del pasado los observa desde la ventana de la cocina.

12. Teólogo triste

Desde que entré a la universidad veo a un hombre, ya anciano, que se sienta en la entrada de la Facultad de Ciencias Políticas en una silla de estudiante. Siempre se le ve con un libro negro y el periódico del día debajo de éste, pero sus ojos no se interesan en este material, sino que mira con melancolía a los cientos de estudiantes  y profesores que circulan por allí en busca de los salones de clase. No sé si sea abogado, filósofo o teólogo, solo sé siempre está sonriendo y esperando que alguno de los allí presentes vaya en busca de él para pedirle un consejo o una interpretación.

13. Un error de apreciación

 Uno de esos días lluviosos y bochornosos me encontraba en el último vagón del metro, esperando a que llegara mi parada. Como siempre trataba de dirigir mi mirada hacia los avisos publicitarios para que ninguno de los usuarios se sintiera observado e incómodo. Cuando llegamos a la estación Universidad entró una mujer joven, de unos treinta años y en de su cuello colgaba un hueso opaco. Fue inevitable que las miradas de todos los que íbamos en el tren se concentraran en esa mujer, específicamente en ese hueso, tan aterrador y melancólico. La mujer no encontró asiento así que se recostó contra una de las puertas sabiendo que allí no era bien recibida. Al lado había unas monjas que la miraban con desidia y se secreteaban. A continuación un hombre le dijo “bruja” y mientras tanto una señora de edad de persignaba tres veces. Cuando mi parada llegó descubrí que la mujer del hueso también se disponía a salir y minutos más tarde nos encontrábamos los dos luchando por seguir la corriente que nos llevaría a la salida y en uno de esos empujones una foto salía de su bolsillo. Era la imagen de un soldado joven. La mujer la cogió con sus manos y desapareció.

 14. Un pequeño accidente.

Se ha vuelto común ver a algunas parejas en centros comerciales, ciclo vías o incluso fuera del templo discutiendo fuertemente por motivo de un daño o algún accidente ocurrido por sus hijos. Pienso que la gota que rebosa la copa de un matrimonio débil son los hijos. Por eso cuando no hay amor, cuando no hay tolerancia el error de los pequeños se convierte en el gran motivo de pelea y separación de los padres. A pequeñas excusas,  problemas profundos

15. La mujer de la maleta

Un día me encontraba tomando un café cerca del parque de Envigado en horas de la mañana. Todo sucedía de forma tranquila y desapasionada. Me llamó la atención ver a un padre y a lo que parecía ser su hija sentados en el centro del parque esperando impacientemente a alguien. Pasados unos minutos, apareció una mujer joven, que traía puesto un vestido negro ajustado a su cuerpo. La mirada de los allí presentes se centró en esta mujer. El hombre la recibió con un beso en la boca, pero la pequeña no quiso saludarla y a continuación comenzó a hacer muecas de aburrición y desaprobación. El hombre tomó la mano de la mujer y cogió la maleta.

Nadie, de los que observábamos la escena, se sintió cómodo con aquella mujer. A nadie le gusta ver cómo se reemplaza a una madre.

 16. Un vecino.

Siempre he vivido en edificios altos y de más de treinta personas y por eso sé muy bien qué es tener un vecino y la responsabilidad tan grande supone serlo, en especial con aquellos que viven debajo. Hay que tener cuidado de no taconear en las noches, evitar los ruidos intensos, no jugar con el perro dentro de la casa o hacer fiestas hasta muy tarde. Sin embargo, aunque yo trato de cumplir al pie de la letra estas precauciones, vivo con dos hermanos que no lo hacen con tanta rigurosidad. Juegan fútbol dentro de la casa, corren, pisan duro, cantan a todo pulmón. Por eso cada vez que me encuentro con el vecino agacho la cabeza para evitar su mirada de recriminación y su deseo de asesinarme a mí y luego a mis hermanos.

17. El pianista.

Los tiempos del CD ya son pasados  y encontrar a alguien que todavía los utilice con constancia y ahínco es casi imposible. Hoy en día quienes todavía tienen de estos objetos los guardan con cariño y melancolía porque son éstos los que conservan las voces, los colores y los sentimientos de amores y acontecimientos pasados. En mi caso, conservo tres CDs porque cada vez que abro sus cajas, encuentro en cada uno una pequeña máquina del tiempo que me transporta hacia los momentos que más recuerdo y añoro, devolviéndome las conversaciones y transformándome en un cuerpo multidimensional. Estoy segura que si me deshago de ellos, estaré haciéndolo también con mis recuerdos.

 18. Una  mujer gorda

Cuando mi tía  Gloria compró el apartamento donde actualmente vive ya pasaba los cincuenta años y se encontraba de un peso promedio para su edad, por eso no hubo ninguno problema cuando se trasladó a aquel tercer piso para el cual solo se podía ingresar por una empinada escalera. Ya han pasado doce años y ella ha ganado mucho peso, ya ni se puede mover casi, las articulaciones le duelen y las piernas están comenzando a fallarle por la cantidad de kilos que deben transportar. Por esto ha decidido bajar solamente una vez por día, pues no corre peligro de caer por las escaleras y evita el desgaste muscular. La vecina del primer piso es quien recibe el correo y los paquetes que le llegan a mi tía. Es quien abre la portada a los visitantes y de tanto en tanto acompaña a mi tía en sus solitarias tardes.

 19. Una inundación casera.

Siempre he vivido en apartamentos y  la verdad es que hasta ahora no he tenido mayores problemas con ellos. Sin embargo tengo algunas historias un tanto incómodas. Entre ellas, recuerdo la vez en que el baño de la empleada del servicio de mi apartamento generó una gran humedad en el piso de abajo, en el cual vivía una señora ya pensionada dedicada a la pintura y la música. Resulta que como la señora vivía sola, había cambiado el cuarto de servicio por un pequeño estudio para sus pinturas, que eran para ella sus hijos consentidos. El daño que hizo tal humedad fue tal que comenzó a deteriorar los cuadros y dibujos que mi vecina tenía. Afortunadamente mi madre se había hecho amiga de ella y de vez en cuando le llevaba el desayuno, iniciativas que se convertirían en nuestra salvación, porque la señora muy amable comprendió la situación y no puso mayor problema. Luego de aquel incidente mi padre, que es constructor le envía de forma gratuita a los técnicos que ella necesita cuando tiene algún problema en su casa.

 20. Un hombre en la oscuridad.

Abelardo fue, de lejos, el mejor mensajero que mi abuelo ha tenido en toda su vida. Era impecable, no ponía problema, no hablaba casi pero era responsable y tenía siempre una sonrisa lista cuando alguien la necesitaba. Sin embargo, debido a su forma de ser, pasaba desapercibido y fueron pocos los que conocieron la grandeza de este hombre. Antes de encontrarse con mi familia, Abelardo  era simplemente el hijo de una madre soltera que trabajaba en una casa de familia como empleada de servicio. Un día iba por la calle leyendo unos LSD de su artista favorito y de pronto aparecieron dos atracadores que querían llevarse todo lo que tenía, en ese instante pasaba una patrulla de policía, pero los ladrones al verlo se transformaron en las víctimas y fue Abelardo quien terminó en la cárcel. Fue mi abuelo quien lo encontró en medio de la oscuridad, pero que poco a poco se convirtió, gracias a su sonrisa y entrega, en la ficha clave de mi abuelo en su trabajo.

 21. Pobreza

Aunque la sociedad occidental ha avanzado enormemente en  cuando a los derechos de  las personas de color, sigue habiendo un racismo latente que se refleja en la cotidianidad de cualquier ciudad de occidente. Hace dos semanas caminaba por la setenta en medio del partido de Holanda y España. Todos los locales y bares estaban llenos, excepto uno. Me llamo la atención esto y por eso bajé el ritmo de mi caminada para ver qué era lo que ocurría allí. El dueño y los cuatro clientes qe estaban allí disfrutando de unas cervezas eran de color. Seguí mi camino desconsolada y un poco avergonzada.

22. Un encuentro.

Cuando uno está soltero encuentra en cualquier persona atractivo que ve en la calle al posible acompañante de su vida. Por lo menos sé que en las mujeres es así. A mí me ocurrió hace algunos años cuando una vez en el templo vi un hombre muy atractivo, flaco, acuerpado y con una barba de tres o cuatro días. No pude concentrarme el resto de la eucaristía.

Al otro día me encontré imaginando posibles encuentros y conversaciones con dicho hombre, que poco a poco se había metido en mi cabeza. Cada día se convirtió en un capítulo imaginado de una historia de amor. Una vez coincidió con él en una fiesta de una amiga, pero las conversaciones que tanto había planeado no fueron posible porque de repente me había quedado muda.

 23. Un hombre pequeño.

Al frente de mi apartamento vive una pareja un poco extraña. La mujer es alta, elegante, se ve que es una ejecutiva importante de algún Banco de la ciudad; el esposo, por el contrario, es bajito, gordito y aunque siempre está bien vestido, esta le queda grande y por tanto pierde gracia. Casi nunca se les ve juntos, pero sé que son esposos porque tienen una pequeña niña que tiene los rasgos de los dos y las pocas veces que me los encuentro siempre es ella la que abre la puerta, trae las bolsas y saluda. El solo permanece atrás y sonriente. Sigo creyendo que los hombres siguen estando sobre estimados.

 24. Una conversación de café

 Confieso que escuchar conversaciones de otros es para mí uno de los grandes placeres de la vida, porque en cada uno de sus argumentos e historias encuentro un mundo inexplorado al cual me es inevitable entrar. Dentro de las muchas conversaciones en las que he participado como espectadora pasiva, recuerdo una en especial en la que dos hombres conversaban (sorprendentemente) sobre el amor y las desilusiones que éste siempre trae consigo. El primero de ellos, joven y muy atractivo, le contaba a un segundo hombre, bajo y tal vez un poco más viejo, porqué había dejado a Lolita, una adolescente que había robado su corazón, pero que debido a la diferencia de edad, esta desapareció, llevándose consigo la juventud y la alegría del hombre. Dos días más tarde la conversación continuaba en mi cabeza y sin darme cuenta comencé a aprenderme el orden de las frases de dicha conversación y al final terminé recitándola como un hermoso poema.

25. El tren de los dormidos

De domingo a jueves el metro de Medellín se convierte en las noches  en un medio de transporte para los dormidos de la ciudad que cansados y ausentes deben regresar a sus casas después de una larga jornada o, lo que es peor, se dirigen a sus trabajos. Cualquiera que entre a un vagón durante las horas de la noche podrá ser testigo de una gran sinfonía de ronquidos, suspiros, bostezos y golpeteos de la cabeza contra las sillas. Lo que más me sorprende es que quien entre allí con ganas de seguir festejando termina igual o más dormido que los demás.

 26. Un momento en la carrilera.

Siempre me ha causado risa los rostros de las personas que van en un tren y este frena repentinamente en medio del camino. Sus ojos se abren, comienzan a mirar de un lado a otro como tratando de ver que es lo que ha ocurrido y vigilan que nadie se de cuenta del nerviosismo y miedo provocado por el hecho de estar allí atrapado sin saber si corre peligro o no. Me ha ocurrido un par de veces, y lo cierto es que me divierte que esto suceda porque altera a las personas, las pone a pensar en situaciones y cosas distintas al trabajo o estudio. Es una pausa necesaria para nuestras vidas.

 27. Del otro lado de la calle

Estoy orgullosa de ser estudiante de ciencias políticas, es una profesión que amo y que creo muy interesante e importante para cualquier ser humano. Sin embargo últimamente se ha vuelto muy estorboso ser estudiante de Ciencias Políticas. Es como una maldición, cada vez que me preguntan a qué me dedico surge inmediatamente el incómodo tema de las campañas presidenciales y de la corrupción rampante en nuestro país. Es como si fuera un pecado querer la política y verla desde una perspectiva positiva. Por eso, como he recibido tantas quejas, tantos discursos de vecinos y personas que me encuentro en la calle de porqué los responsables somos nosotros, “los políticos” (grave error es creer que el que estudia ciencias políticas se gradúa como político) he decidido caminar del otro lado de la calle, donde nadie camina ni pasa por ahí.

 28. Personal de embajada

 No hay nada más estresante que tener una cita en una embajada porque entrar allí es llegar a otro mundo, a otras normas y dinámicas a las cuales no estamos acostumbrados. Los sentidos y la conciencia se agudizan para controlar el cuerpo de tal forma que no se cometa algún error que ponga en peligro nuestra misión. Tener que lidiar con las miradas de los funcionarios de allí, sus muecas cuando salen a la calle a fumar o sus constantes preguntas rápidas y capciosas que ponen nervioso a los solicitantes de los permisos y visas, no solo por la intimidación sino por el malo olor que expiden los cubículos detrás de las pequeñas ventanas  de atención. Cuando ya por fin se está fuera de ésa se respira con tranquilidad pero el cuerpo sigue estando rígido y alerta a cualquier mirada de cualquier transeúnte.

 29. Un cuarto de televisión

Soy una fiel creyente de que los fantasmas existen y que las almas de nuestros familiares y amigos muertos nos persiguen por una u otra razón. A mí no me ha ocurrido eso y espero morir sin tener que contar alguna historia de ultratumba, pero si conozco algunas personas que han tenido alguna experiencia de éstas. El más cercano es mi abuelo, quien dice que mi abuela, quien murió hace ocho años, se sienta con él a ver televisión. Mi abuelo vive solo en un apartamento de doscientos metros cuadrados, lo cual es un gran espacio para él. Mi padre y sus hermanas han querido llevárselo para uno de esos nuevos edificios geriátricos pero él dice que en su casa se siente cómodo y acompañado. Dice que no quiere dejar a mi abuela sola y que por eso quiere quedarse allí, en su sofá, viendo Serenata y las noticias de las siete de la noche.

30. El contrabajista.

Aquel viernes me encontraba en un bar de la ciudad tomándome un mojito. Estaba sola porque había acabado de pelear con mi novio y no quería hablar con nadie, solo relajarme y pensar un poco. El bar tender que me atendió comprendió lo que me ocurría y me invitó a otro mojito, lo cual me sacó una gran sonrisa. Durante nuestra pequeña conversación me contó que él era músico y que había viajado por todo el mundo dando conciertos pero que debido a su novia tuvo que salirse de la Filarmónica, porque ella había quedado embarazada. Él decidió conseguir trabajo como bar tender, algo que hacía realmente bien, para sostener a su familia mientras conseguía un buen trabajo. Pero a los meses su novia lo abandonó. Cuando le conté el motivo de mi tristeza, él me respondió que no debía preocuparme que en menos de lo que yo pensara, el hombre que me estaba causando tanto daño iba a desaparecer antes de lo que yo pensara. Y así fue.

 31. Un portero

Algunas noches, antes de acostarme, pienso en el portero de turno y lo difícil que debe ser para él resistir toda la noche sin siquiera echarse un bostezo. Diego, a quien le toca el turno el día de hoy, se ha mostrado muy amable cuando entré por última vez a mi apartamento. Me ha saludado con la mano y me ha regalado una gran sonrisa. Pero esto no tiene sentido para mí ¿qué motivo hay para estar feliz? ¿A caso no se aburre de estar metido en esas pequeñas cuatro paredes? Ahora que repaso lo ocurrido después de ese saludo tan misteriosamente cordial me pregunto qué habrá dicho o pensado él cuando me veía a través de la cámara del ascensor. Me ha pasado que me he levantado alterada debido a que he soñado que Diego me ha espiado por la insoportable cámara de seguridad y me maldice, tratándome de la peor manera e incluso escupiendo sobre la pantalla del computador.

32. Cuestión de trabajo.

Para muchas personas el trabajo supone un escape a la soledad y la depresión porque es durante este tipo de actividades que el ser humano se siente útil para el mundo y se siente acompañado. Es por eso que uno cuando camina por la ciudad ve a muchos ancianos todavía trabajando, que más que por necesidad lo hacen para no dejarse acabar por la soledad que trae la vejez. La secretaria de mi padre tiene ya setenta años, pero ella continúa detrás de su escritorio recibiendo llamadas, poniendo sellos y recibiendo la mercancía con una actitud siempre alegre y diligente, y creo que es porque le teme a estar sola y trata de evitar pensar en su hijo y su esposo, el primero ya muerto y el segundo en un centro de rehabilitación. El trabajo supone para los jóvenes una carga y un motivo de depresión, para los viejos supone la esperanza de que el mundo todavía los necesita; supone una excusa para no pensar en los tiempos pasados y en el cansancio de la vida.

 33. Una  vendedora

Cuando me dirigía a mi universidad un poco apurada porque ya iba tarde para clase de ocho de la mañana, el taxista que me  transportaba me contó cómo había conocido a su esposa María, una mujer que en palabras de él “es una berraca y una hermosura”. Antes de convertirse en su esposa, María trabajaba como prostituta en un bar del centro de la ciudad. Una noche, cuando ella se dirigía a su lugar de trabajo, el taxista manejaba desconcentrado y la atropelló.  El taxista asustado quiso ayudar a la mujer pero ella le dijo que no se preocupara, que no le había pasado nada grave y que era preferible que no lo vieran cerca de ella. Inmediatamente llegó un tipo alto y gordo, quien le dijo al taxista que se fuera si quería evitar problemas. Intranquilo por lo que había ocurrido comenzó  visitar a la mujer para cerciorarse que aquel tipo no le hiciera daño. Hoy en día María es su esposa y viven muy felices juntos.

34. Una desaparición.

La desaparición de cualquier persona, sea buena o mala, impacta en la vida de sus familiares y demás personas cercanas, porque genera misterio, intriga, soledad, tristeza y agonía. Por eso cuando alguien desaparece, sea buena o mala, genera revuelo y sorpresa entre nosotros, los seres humanos.  Dora era quien atendía los oficios de mi casa durante 4 años. Ella era una mujer alta, de tez blanca y de unos cincuenta años. Sin embargo, un día cualquiera mi mamá comenzó a darse cuenta de que Dora le estaba robando. Un día después de que  mi madre hablara con Dora, ella desapareció, llevándose consigo los recuerdos más importantes de nosotros, las películas, los videos, las fotos, las joyas y algunos otros objetos de gran valor sentimental.

Nunca más volvimos a saber de ella. Aunque a medida que pasa el tiempo nos damos cuenta de lo mucho que se llevó consigo y del daño que, sin pensarlo, nos dejó a mí y mi familia.

 35. Una cita

 Los martes y los jueves, días en que tengo clase en la Universidad a las ocho de la mañana, me encuentro con Mario, el hombre que vive en el piso veinte y Elena, la mujer bonita y elegante del piso trece. Al principio pensaba que era simple coincidencia que los tres nos encontráramos sagradamente esos dos días, pero con el tiempo comencé a sospechar que algo extraño estaba ocurriendo. Primero fueron los constantes intercambios de miradas entre ambos vecinos y luego un silencio incómodo y muy elocuente. Me di cuenta que era yo la que estorbaba y que por tanto debía dejar de tomar el ascensor a esa hora y esperar veinte minuto más, para así dejar que los dos puedan conversar y concretar de una vez por toda su relación. Un día olvidé esperar los veinte minutos y entré al ascensor, pero esta vez el hombre ya no estaba. La mujer me miró y luego agachó la cabeza.

36. Un hombre en el  semáforo

Los semáforos y las cebras que los acompañan, se han convertido en una verdadera pasarela en las grandes ciudades. Cuando el semáforo está en rojo los transeúntes eligen su mejor pose para esperar el cambio de luz porque aunque parecieran desinteresados, lo cierto es que es este el momento en que las miradas de cada uno detallan sus objetivos de tal forma que no se les escape ninguna oportunidad para lucirse y acechar. Como cuando un cliente va en busca de una gran obra de arte para llevarse. Una vez cambia la luz, la dinámica regresa y los antiguos maniquíes se encuentran unos con otros, rozándose las manos, dándose pequeños empujones, o simplemente haciendo un intercambio de miradas. En esa ocasión Manuela, mi amiga de la universidad, encontró la mirada de Mauro, un tipo grande y de tez morena, que sin perder dicha oportunidad le sonrió y posteriormente se le acercó para preguntarle una dirección. Desde entonces llego sola a la Universidad, esperando a que Manuela aparezca y me dé el resumen del día.

37. Construcción.

En el centro administrativo de Medellín habitan dos fantasmas que van desde allí a toda la ciudad para recordar que la paz se construye desde lo local, que la valentía y el sacrificio son valores que van de la mano, siempre y cuando el fin sea justo. Cuando ya han dado la ronda por cada una de las esquinas de los barrios y comunas regresan a su morada, dos troncos sobre los cuales reposan el peso y se nutren de sabiduría. Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverry siguen estando presentes en nuestra memoria y en nuestros corazones. Siguen siendo parte de nuestra ciudad, Medellín.

 38. Un conductor de bus

En Medellín subirse a un bus es una decisión casi mortal, porque quien decide tomar este transporte se arriesga a tener que vivir minutos de impaciencia, miedo, terror y luego dolo en el cuerpo. En esta ciudad, la más innovadora, la más educada, abundan las bestias al volante, especialmente si de transporte terrestre se trata. Cada vez que debo tomar el bus me persigno tres veces para que el conductor elegido para el día de hoy no pelee con nadie, ni mucho menos con ningún otro carro, porque si es así, mi suerte ya está echada.

 Un conductor de bus bravo, irascible e impaciente puede ser el arma más peligrosa que esconde una ciudad. Por eso recomiendo saludar amablemente e ir detrás de una silla que se pueda asir, porque de lo contrario su vida está en peligro.

 39. Una pareja aburrida

Siempre que voy a un restaurante o a algún café de la ciudad evito sentarme cerca de parejas adultas porque la mayoría de las veces la incomodidad de su silencio me estorba o porque las conversaciones terminan siendo tan banales y aburridas que me deprimen de manera abismal. Me he dado cuenta que cuando las parejas lleva muchos años juntos, la intimidad y la chispa que antes había entre ellos comienza a desaparecer  y es cuando comienzan a hablar sobre la vida de sus hijos, de sus familiares y amigos, sobre los viajes pasados y entre conversación y conversación aparece una que otra recriminación.  No me gusta que la gente me recuerde que el amor no es infinito, no me gusta pensar si quiera que la chispa del amor juvenil se apaga para dar paso a la rutina, la improvisación y un esfuerzo constante por encontrar un tema que a los dos les guste y en el cual los dos estén de acuerdo, tal vez por eso es que las historias del pasado se convierten en el tema favorito de las parejas adultas.

 40. Panes de fiesta.

La torta de chocolate más maluca que he probado es la que hace mi tía Clara, que con todo el cariño y dedicación cocina cada fin de mes para darle a sus hermanos menores. Mi madre no ha encontrado la forma de decirle que no queremos más torta, no solo porque es tiene muy mal sabor sino porque ya estamos cansados de comerla. Algunos tíos míos se han lanzado al abismo y han hablado con la verdad, pero como no les ha ido bien mi mamá prefiere seguir recibiendo la torta y seguir fingiendo su sorpresa y agradecimiento.

 41. El templo

Los neocatecumenales celebran con gran devoción las fiestas litúrgicas. En sus encuentros cantan, alzan las manos, rezan en conjunto y viven con alegría cada oración. Una vez, me contaron mis padres, el esposo de una mujer de la comunidad murió de una enfermedad terminal y por ello hicieron una misa especial por él, pero en esta ocasión no hubo llanto ni tristeza, por el contrario, fue tan lindo y emocionante lo que se vivió en dicha comunidad que parecía que el hombre que había muerto había resucitado  para estar allí con ellos, para cantar y alabar a Dios. Ninguno de los allí presentes dudó que el hombre estaba feliz y se encontraba en una mejor vida.

 42. Música

Conocí a Fernando cuando era profesor de rumba en uno de los gimnasios mas prestigiosos de la ciudad, y desde el principio noté que esa no era su pasión. Una día, mientras descansaba en la cafetería me lo encontré y le pregunté por su vida y por cómo había terminado allí. Me contó que era de Manizales y había llegado a Medellín hacía dos años en búsqueda de una vida como bailarín, pero desde que llegó a esta ciudad se dio cuenta que no iba a ser tan fácil como pensaba. Fernando no ha logrado entrar en las grandes compañías de baile de la ciudad y no ha podido encontrar trabajo como profesor de contemporáneo, su verdadera pasión. Sin embargo habla de Medellín como si fuera el cielo, como si fuera la ciudad que le dio la vida. Ama su clima, sus ciudadanos, los lugares y actividades que aquí se desarrollan. Dice que quiere vivir aquí hasta el final de sus días, sin importar si es aceptado o no en la comunidad de bailarines de esta ciudad.

43. Mi vida en Medellín

 Los veintidós años que he vivido en Medellín me convierten en una enamorada empedernida de esta ciudad, que día tras día trae consigo acontecimientos increíbles que han convertido mi vida en un libro de historias y anécdotas mágicas y divertidas.

Durante el tiempo que he estado aquí he aprendido a disfrutar los espacios y a las personas que las llenan y les dan color porque en cualquier momento pueden desaparecer o, lo que es peor, convertirse en otra cosa que no reconozco o tolero. La ciudad, por sus dinámicas no acepta monotonía ni repetición y por eso hace lo posible para que en la vida de uno entren y salgan personas tal y como lo hacen las colecciones de ropa en las distintas estaciones. Y si alguna vez me siento aburrida o estresada solo tengo que salir a la calle para relajarme, para aprender y conocer nuevas cosas, nuevos lugares y  personajes, quienes al final de cuentas son los que le ponen el rostro a la ciudad. Hay que tomarse la ciudad  con el corazón y la imaginación, porque solo así podremos vivirla tal y como es; solo así podremos conocer las maravillas que Medellín tiene para mostrar y compartir con quienes se lanzan a ir más allá de lo lógico, de lo sencillo.

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Fotografías tomadas de Flickr.com

Civilizaciones americanas: su legado, nuestro origen.

No es gratuito la aparición de las ciudades contemporáneas. Estas responden a un proceso histórico que, a medida que fue pasando el tiempo, fue trayendo consigo los residuos más importantes de los asentamientos y escenarios de nuestros antepasados. Por eso, para entender las dinámicas y comportamientos de las ciudades en la actualidad, se hace necesario estudiar las civilizaciones que las precedieron, pues solo así podremos encontrarle sentido y coherencia a lo que hoy en día estamos viviendo.

A continuación expondremos las tres civilizaciones más importantes del continente americano, a saber los incas, los mayas y los aztecas, teniendo como criterios principales sus construcciones, advocaciones, solución de problemas públicos y motivos de su desaparición. Lo anterior con el objeto de resaltar el legado que dejaron estas sociedades, la vigencia que aún tienen y la responsabilidad que tenemos para proteger los vestigios de nuestra historia como americanos

Ana María Hernández y Carolina Betancur

CIVILIZACIÓN AZTECA

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El trazado general y la arquitectura de las ciudades-capitales de los aztecas estaban planificados formalmente alrededor de un centro, con viviendas dispersas al azar en las afueras de la ciudad. Los edificios estaban orientados cosmológicamente. En el corazón de la ciudad había una plaza pública rectangular con edificios cívicos y religiosos en sus extremos. La mayoría de los templos, adoratorios y templos piramidales se encontraban en esta área. Más allá de la zona central, había mercados, viviendas, escuelas, y otros edificios dispersos al azar. Como las ciudades capitales, las capitales de las ciudades-estado también estaban orientadas cosmológicamente. Tenían una plaza central con estructuras contiguas de tipo cívico y religioso. Había templos piramidales sobre el lado oriental de la plaza, que miraban hacia el oeste. Otros importantes edificios cívicos o religiosos tenían una ubicación designada de acuerdo con los cuatro puntos cardinales. Como el imperio azteca era grande y dominaba a muchas culturas, la mayoría de las ciudades-estado tenían muy poco o ningún contacto con la metrópolis imperial. Como resultado, las capitales de ciudades-estado jugaron un papel más importante en las vidas cotidianas de las personas que Tenochtitlan. Las capitales de las ciudades-estado eran utilizadas por los campesinos para atender obligaciones de tipo personal, religiosas y administrativas, como podrían ser los días de mercado y otras actividades.

Los aztecas construyeron su capital en una pequeña isla en el lago Tetzcoco, que fue ampliada rellenando las áreas cenagosas de su alrededor. Estaba dividida en cuatro grandes barrios (campan) que simbolizaban los cuatro puntos cardinales y un centro ceremonial que era considerado el corazón de la quinta dirección (los mesoamericanos pensaban que el centro, la quinta dirección, mantenía al cielo y a la tierra juntos). Estos distritos se dividían entonces en barrios más pequeños o vecindarios llamados calpultin (calpulli, en singular). Cada calpulli contaba con su propia plaza central, adoratorios, deidades patronas, y edificios administrativos, pero los templos más importantes se encontraban en el recinto ceremonial de Tenochtitlan. La ciudad se unía por medio de tres calzadas principales y un acueducto doble que llevaba agua dulce de Chapultepec, porque el lago era salado. Hacia el norte se encontraba el camino a Tepeyacac (Tepeyac); hacia el sur se encontraban Iztapalapa y Coyoacán, y hacia el oeste estaba el camino a Tlacopan (Tacuba) y Chapultepec. Además, había una red de canales que se cruzaban entre sí en ángulos rectos dividiendo la ciudad en cuatro cuadrantes, aparte del centro, que era el recinto sagrado. Cada cuadrante estaba a su vez subdividido en cuatro direcciones, con un centro y su propio recinto ceremonial.

La ciudad seguía el trazado de cuadrícula urbana de la antigua ciudad de Teotihuacan. Las pirámides y plazas eran una metáfora de las formas de las montañas volcánicas de su alrededor, y de la meseta del lago.

Servicios Públicos

En cuanto a los servicios públicos hay que decir que los aztecas, al igual que las otras dos civilizaciones, fueron grandes ingenieros que supieron resolver los principales problemas del imperio a través de técnicas e innovaciones que hoy siguen siendo admiradas. Las construcciones públicas más importantes de los aztecas fueron los templos piramidales, los acueductos, los sistemas de riego y las canchas de juego de la pelota.

Debido a las características pantanosas del terreno  Las importantes ciudades de Tenochtitlan y Tlatelolco fueron erigidas sobre pequeñas islas pantanosas a lo largo del Lago Tetzcoco. Dichas islas cenagosas contaban con una cantidad limitada de agua potable, de manera que hubo que construir un acueducto para transportar agua dulce sobre el lago, desde los manantiales que se encontraban en tierra firme. Los aztecas también crearon extensos canales para irrigar los campos. En cuanto a la agricultura, base de su economía, los aztecas crearon las chilambas o sembrados sobre el agua, para resolver el abastecimiento de alimentos en esta región. Es importante resaltar que el agua fue el elemento fundamental para esta civilización, inclusive la palabra atl (agua) se encuentra muy presente en su vocabulario

La mayoría de los templos piramidales seguían un patrón general que constaba de una plataforma, una doble escalinata larga, amplia y empinada que se elevaba en el centro, con balaustradas a los lados de los escalones. Se usaban bloques de piedra esculpida y calaveras para decorar la plataforma y el extremo de las balaustradas. Construidos teniendo en mente la cosmología, los templos piramidales siempre miraban hacia el oeste y estaban cardinalmente situados en el lado este del extremo del centro/plaza de la ciudad. La doble escalinata también miraba hacia el oeste, lugar por donde el sol descendía al inframundo.

Las partes superiores de las pirámides contaban con pequeñas mesetas sobre las que se construía un templo o la piedra de sacrificios de un templo. Había un cuarto posterior contiguo que albergaba al ídolo al cual estaba dedicado el templo, así como una antecámara para un sacerdote. La mayoría de los muros interiores de los templos estaban ornamentados con esculturas o pinturas. A los templos también se les decoraba con bloques de piedra tallados en forma geométrica.

Los templos se construían de acuerdo con las cuatro direcciones cardinales. Habitualmente, los templos eran erigidos sobre el extremo oriental del centro de la ciudad o plaza, mirando hacia el oeste. Si un nuevo templo había de reemplazar a otro que ya existía, el templo más antiguo no era destruido

Desaparición

Diferentes factores contribuyeron a la caída del imperio. De acuerdo con sus creencias, los aztecas sabían que la era llamada del Quinto Sol estaba por llegar y un signo de ello sería la presencia de un dios. El gobernante de esa época, vio en Cortés la presencia de ese ominoso dios y la interpretó como la proximidad del fin.  Cuando los españoles vieron la abundancia del oro y la plata en las ciudades aztecas se llenaron de ambición y comenzaron a someter a los aztecas. Así mismo las enfermedades traídas por los europeos, como la viruela, impulsó la desaparición de los nativos. 

CIVILIZACIÓN MAYA

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Los mayas se ubicaron en le región del Yucatán y  en lo que hoy es Guatemala. Sus ciudades, fueron construidas de acuerdo a la topografía, es decir tendía a integrar  la arquitectura y sus costumbres a la naturaleza y su entorno. Por ejemplo “”algunas ciudades existentes en las planicies de piedra caliza en el norte de Yucatán se convirtieron en poblaciones muy extensas, mientras que otras construidas en las colinas del río Usumacinta utilizaron los altillos naturales de la topografía para elevar sus torres y templos a grandes alturas”. Authentic Maya. Generalmente se construía de acuerdo a la interpretación que hacían los mayas de la observación astronómica y a la disponibilidad de los recursos naturales alrededor de ese lugar, pues recordemos que la cultura maya se caracteriza principalmente por su fuerte relación con los astros y el gran desarrollo matemático y astronómico que alcanzarons, creando incluso calendarios y ciclos celestes.

La ciudad maya conectaba grandes plazas con las numerosas plataformas que formaban los cimientos de casi todos los edificios mayas, por medio de calzadas sacbeob. En el centro de sus ciudades los mayas ubicaron grandes plazas rodeadas por sus edificios gubernamentales y religiosos más importantes y simbólicos, como la acrópolis real, grandes templos de pirámides, y canchas de juego de pelota. Fuera de esta plaza se encontraban las construcciones menos importantes: templos pequeños, casas de las personas del común. El diseño urbano maya podría describirse fácilmente como la división del espacio en grandes monumentos y calzadas. En este caso, las plazas públicas al aire libre eran los lugares de reunión para las personas, así como el enfoque del diseño urbano, mientras que el espacio interior era completamente secundario

El material por excelencia de esta civilización parece haber sido la piedra caliza que, recientemente extraída, “permanecía suficientemente blanda como para ser trabajada con herramientas de piedra, y sólo se endurecía pasado un tiempo, al perder su humedad natural” Autentic Maya. Para el caso de las construcciones comunes, los materiales utilizados fueron la madera, caña, adobes, y paja.

Servicios públicos

En cuanto a los servicios públicos podremos encontrar que los ingenieros mayas, desarrollaron acueductos subterráneos para desviar las aguas para cultivos. Construyeron túneles de agua colina arriba, y a medidad que se acercaban a las estructuras principales las tuberías se iban haciendo cada vez más pequeñas. Muy similar al sistema del imperio romano.

La agricultura maya fue la base de la economía de esta civilización, teniendo como productos principales el maís, los fríjoles, calabazas, tomates, yuca y algodón.  Además las técnicas que desarrollaron para fertilizar sus suelos y hacer canales de irrigación siguen siendo descrestantes. Lo que hacían era rescatar La zonas de cultivo en las partes bajas de los lagos construyendo un armazón de postes y troncos cuyo interior se rellenaba con tierra fértil hasta que se alcanzaba un nivel superior al de las aguas. De este modo, el cultivo estaba permanentemente irrigado  y contaba con tierra de alta capacidad de nutrientes, que se podía reponer con la tierra obtenida de la limpieza de los canales. 

Los mayas jugaron el juego de la pelota, que se usaba para la recreación de hombres, mujeres y niños. Pero este juego también tuvo un gran contenido religioso, porque a través de éste llevaban a cabo rituales y celebraciones religiosas o políticas.El juego simbolizaba las batallas entre los dioses del cielo y del inframundo, y la pelota representaba el sol. Cuando un equipo perdía debía sacrificar a su líder, para ser decapitado y utilizar su cabeza para crear una nueva pelota.

Desaparición

Los motivos  de la desaparición de la civilización maya no son todavía claros pero según los expertos, su decadencia se debió a guerras internas, hambrunas y desastres naturales. Cuando los españoles llegaron a tierras americanas encontraron los restos de esta gran cultura y algunos descendientes que todavía habitan en estas tierras. 

 

CIVILIZACIÓN INCA

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Los incas formaron un extenso imperio (llamado Tuhsntisuyo en la lengua Queshua) que abarcó gran parte de los Andes y de la costa del Pacífico, desde el sur de lo que hoy es Colombia hasta el rio Maule, en el centro de Chile.

Esta gran civilización desplegó una inmensa actividad constructiva que tenía como objetivos el poder político, la conquista y la unificación de sus diferentes asentamientos. La arquitectura desarrollada en el incanato se caracteriza además por la sencillez de sus formas, su solidez, su simetría y por buscar que sus construcciones armonicen el paisaje

Hoy en día se pueden recorrer los restos de lo que fue este gran imperio, entre los cuales se pueden identificar caminos y calzadas que construyeron los incas para dar rapidez a la comunicación y dar movilidad a las tropas. También construyeron impresionantes palacios acordes a la jerarquía y a quienes habitaban allí y cercanos a éstos crearon depósitos de almacenes que servían como punto de distribución de diferentes productos a todo el imperio. En las ciudades incas había también fortalezas que servían para protegerse de invasiones extranjeras y para mantener el poder sobre dicho territorio, ante éstos ubicaban templos dedicados al sol, culto oficial del imperio y que servía como elemento de cohesión  y  legitimación del poder absoluto del emperador o Inca.

La arquitectura inca está fundamentada en el material lítico, aunque en las zonas costeras  utilizaron el adobe, tal vez obtenido de otras culturas u otros territorios aledaños a los límites del imperio. La piedra se utilizó de diferentes maneras, según la finalidad de la construcción. Así por ejemplo los muros y las habitaciones de los campesinos y clases sociales más bajas fueron construidos con piedras sin trabajar, es decir, superpuestas y ajustadas con piedrecillas (lo que se conocer como Pirca). Para cubrir estas construcciones utilizaron el techo a dos aguas sostenido por palos. Por otro lado, en las grandes construcciones como palacios y templos utilizaban piedras seleccionadas y bien talladas. En el caso de las fortalezas utilizaron la forma poligonal y por tanto trabajaban cada piedra de forma individual para que sus ángulos encajasen perfectamente con los de sus vecinas.

La arquitectura incaica desarrollo diferentes tipologías de construcción: viviendas, almacenes, Kallanka, tampa, Pirwas y Tambos

Kancha: Fue la unidad de composición arquitectónica más común, consistió en un espacio rectangular que encerraba grandes edificios y otras estructuras con funciones determinadas al rededor de un patio central. Los incas agruparon varias de estas Kanchas para formar manzanas de  asentamientos.

Kallanka: eran grandes recintos rectangulares que por lo general eran utilizados para centros estatales. Estas construcciones tenían varios nichos, puertas y ventanas y se cubrían con techos a dos aguas, característico de esta civilización.

Ushnu:  Esta construcción, a diferencia de las otras dos, tiene una forma piramidal escalonada, configurada a partir de la superposición de varias plataformas rectangulares. Su función era servir como estrado desde el cual el inca o su representante dirigía ceremonias religiosas y reuniones de carácter familiar.

Tambo: Servían como posadas construidas en los principales caminos del imperio, llamados también mesones. Contenían espacios para el almacenamiento de los suministros necesarios para el sostenimiento de los caminantes y viajeros.

Acllahuasi: Allí habitaban las acllas, grupos de mujeres especializadas en actividades productivas, particularmente en la textilería y preparación de chicha, y que estaban obligadas a prestar servicios laborales al Estado. Estos edificios, comparados erróneamente por los cronistas con los conventos cristianos, se encontraban distribuidos en todos los centros provinciales del Tahuantinsuyo.

Servicios públicos

Cualquiera que vaya hoy a conocer las ciudades del antiguo imperio inca se sorprendería al ver el grado de tecnificación e ingeniería que alcanzaron los incas en la construcción de obras públicas. Con seguridad cuando los españoles llegaron a esta parte del continente quedaron maravillados con las construcciónes públicas de esta gran civilización.

Debido a que la economía de los incas se  basaba en la agricultura desarrollaron importantes técnicas y construcciones para el uso y aprovechamiento del suelo, además de importantes sistemas de riego. La adaptación de técnicas agrícolas permitió a los incas organizar la producción de diversos  productos para distribuirlos posteriormente e los pueblos que no tenían acceso a éstos.

Las obras públicas más importantes fueron:

Los andenes:. Los andenes son terrazas agrícolas artificiales que sirven para obtener tierra útil para la siembra en las escarpadas laderas andinas, pues recordemos que Los incas tuvieron una especial preocupación por encontrar formas para mejorar las condiciones del suelo para la agricultura, base de su economía. Estas terrazas  permitían aprovechar mejor el agua, tanto en lluvia como en regadío, haciéndola circular a través de los canales que comunicaban sus diversos niveles, con esta medida evitaban al mismo tiempo la erosión hidráulica del suelo. Los andenes no sólo servían para el cultivo del maíz, sino para el cultivo de diferentes productos agrícolas, y aún para diferentes usos: para sembríos, para evitar la erosión, para el lavado de la sal mineral, etc.

Los camellones

Se trataban de montículos artificiales de tierra  ubicados principalmente cerca del lago Titicaca que permitían almacenar y aprovechar mejor el agua en lugares de frecuentes inundaciones a causa de las lluvias. Usaron una serie de técnicas agrícolas en los camellones, entre ellas, el trazado de surcos artificiales para dar protección a las plantas, facilitar el drenaje durante las lluvias, inundaciones, riego, como fuentes de abono y, especialmente, para disminuir el crudo frío nocturno en las alturas, evitando de este modo las heladas.

Sistemas de riego

Los conocimientos hidráulicos -canales y bocatomas-, permitieron la irrigación y el cultivo, especialmente del maíz. El litoral peruano se caracteriza por sus dilatados desiertos cortados por ríos que bajan por las serranías y cuyos caudales permiten el surgimiento de la agricultura. La importancia de las obras hidráulicas se manifiesta en los numerosos mitos que cuentan los orígenes de dichas obras.

La red vial y los puentes:

La topografía andina hacía indispensable la construcción de puentes y de vías estratégicamente ubicadas para la comunicación de todas las poblaciones y asentamientos del imperio. Los incas desarrollaron una tecnológica red vial con la cual mantenían unida su capital Cuzco con los lugares más apartados del imperio. Por estos caminos se movilizaban los funcionarios administrativos, los chasquis (mensajeros que etregaban los los mensajes reales y otros objetos a los gobernantes del Imperio Inca e iban de tamo en tampo llevando las noticias),  el Inca y sus ejércitos .Debido a la dificultad del terreno, los incas debieron conectar estas vías con puentes, que fueron hechos con troncos de árboles y los elaborados con trenzas de diversas fibras.

Desaparición

La decadencia del imperio Inca no se dio únicamente por la conquista de los españoles, como erróneamente piensan algunos. Cuando los españoles llegaron a este territorio se encontraron con que los incas estaban en plena guerra civil, un conflicto sangriento que terminó por destruir a esta gran civilización.

Huayna Capac había consolidado el imperio inca, pero a su muerte en 1527 sus hijos Huáscar y  Atahualpa se disputaron el poder, iniciando en la capital un fuerte y violento conflicto que se expandió por todo el imperio. Fue durante este enfrentamiento que los españoes llegaron, y aprovechando tal situación  capturaron a Atahualpa Y le impusieron la pena de muerte. Luego del asesinato, los hispanos se dirigieron al Cusco, donde esperaban ser bien recibidos por haber eliminado al traidor del Inca verdadero. Fueron aceptados por la nobleza y se les dio la bienvenida en la capital del imperio

Para sentir la ciudad hay que ser niños y poetas a la vez!

«Soy el guardador de rebaños

el rebaño es mis pensamientos

y mis pensamientos son todos sensaciones.

Pienso con los ojos y con los oídos

Y con las manos y los pies

Y con la nariz y la boca.

Pensar una flor es verla y olerla

Y comer un fruto es saberle el sentido»

 F. Pessoa, Poemas de Alberto Caeiro

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Nueva York, fotografía propia.

Los simpáticos turibuses que hoy en día vemos en las ciudades más importantes del mundo han  convertido a los turistas en actores pasivos que, sentados en sillas de colores y con una cámara colgada en el cuello,  esperan a que la arquitectura, las costumbres, los detalles y la Historia se muestren por si solos en un solo día, como si las ciudades fueran simples catálogos para ver y fotografiar. Conocer una ciudad se ha convertido, para muchos, en una actividad maratónica  ya que dedican dos o máximo tres días para conocer todo el universo que comprende cada país, cada nación y cada cultura. Y debido a los escases del tiempo y al afán que acompaña a los viajeros la hermosa experiencia de viajar se ha convertido también en una lista por tachar, como si se tratara de una competencia por el que más lugares conozca.  Las ciudades no se observan, se viven; las ciudades no son, se construyen, las ciudades no son sus edificios y símbolos sino su gente y la cultura que la envuelve.

Nosotros, los ser humanos del siglo XXI, siembre andamos con prejuicios y bagajes llenos de cosas cuando viajamos, tanto fuera como dentro de la ciudad,  de forma que nuestro andar se hace pesado y con poco espacio para los nuevos descubrimientos y las sorpresas que encontramos a medida que transcurre el tiempo en uno u otro lugar. Las ciudades esconden secretos que solo pueden ser descubiertas con un ritmo lento, con la mirada despejada y los sentidos despiertos. Hay que entrar en la ciudad para percibir las transmisiones de quienes la habitan, porque son ellos quienes tienen la verdad sobre la historia y la vida del lugar que visitamos y deseamos conocer. Cualquier ciudad del mundo, sea cual sea su ubicación o tamaño, tiene algo tenebroso, triste, melancólico y algo alegre, emocionante y mágico. Es decir, cada ciudad tiene un espirito y una esencia que solo puede comprenderse a medida que se interactúa con la gente, con las construcciones, costumbres y lo más importante, con el idioma de ese lugar. Hay que introducirse en las ciudades para sentir y conocer el mensaje que cada ciudad trae para sus habitantes y turistas.

Siempre he comparado las ciudades con los estereogramas, porque  cada uno tiene imágenes distintas que las representan y las diferencian de las otras, pero para poder ver estas representaciones hay que mirar allá del paisaje superficial y observar con mayor cercanía y  profundidad para encontrar su verdadera esencia. Como ocurre con los estereogramas, para poder ver la imagen allí escondida se necesita de un talento especial: hay que ser niños  y poetas a la vez. El niño vive sin preocupaciones, ligero de prejuicios, siempre imaginando fantasías y creyendo que éstas son verdad. El niño se deja sorprender, habla y dice lo que piensa; confía en todos y no teme reír. Por su parte el poeta percibe con los sentidos todo lo que lo rodea, no se deja engañar por lo que ven los ojos; no sigue estándares sino que crea sus propios conceptos y  descubre nuevos adjetivos. El poeta da vida a lo exánime y hace que lo que es de todos se convierta en propiedad suya.  Por eso quien vive como niño y como poeta no se cansa de conocer porque encuentra en cada detalle, en cada esquina un nuevo elemento para re-interpretar todo lo que lo rodea y  por tanto no permite que otros piensen la ciudad por él.

Hay que entender la ciudad como una idea, como  un fenómeno que necesita de los hombres  y del significado que nosotros le damos para existir y convertirse en algo tangible. La ciudad más que un conjunto de objetos (edificios, parque, automóviles, calles, centros comerciales) es un lugar de encuentro donde se llevan a cabo intercambios que construyen espacios de expresión y retroalimentación, dentro de los cuales cada individuo cumple un rol social y político determinado. La ciudad debe entenderse entonces como un espacio público donde existe diálogo, convivencia, solidaridad y funcionalidad. Las dinámicas de las grandes urbes occidentales han hecho que este concepto se convierta en sinónimo de caos, heterogeneidad, crisis e inseguridad y la única forma que queda para devolverle el color y la vida a las ciudades es caminarlas, vivirlas, conversar con su gente y recorrerlas con los sentidos. Para eso hay que bajarse del bus y caminar sin prisa.

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La excusa perfecta para salir a conocer el barrio.

«Para el hombre su casa, su edificio, su urbanización están frente a sí objetivamente, Son estáticos.Pero al mismo tiempo es un espacio interior donde se mueve y el mundo se mueve con él. Es su espacio y lo puede modificar y transformar a su gusto.» Hernán Darío Gil Alzate,  Ciudadanos Cultura, sociedad y política (p. 68)

 

Cuando la gente me preguntaba por mi barrio, por cómo se vivía en él,  lo primero que sentía era vergüenza porque escasamente salía de mi apartamento y por tanto poco podía decir sobre él, y debo admitir que posterior a cualquier respuesta que daba siempre aparecía en mí una añoranza intensa por vivir en un ambiente como el que retrataban mis padres y mis abuelos durante sus años de juventud. Sin embargo, un día cualquiera recibí un regalo que cambió mi vida y mi perspectiva sobre este barrio, haciendo que entrara en él y permitiéndome entender que el espíritu y significado de los barrios se construyen a medida que las personas que los habitan crean comunidad.

Vivo en el barrio Los Balsos No 2 en la comuna El Poblado,  reconocida en la ciudad porque es allí donde se ha dado un crecimiento vertiginoso de edificios residenciales y comerciales que hace que ésta sea la comuna más visible en el horizonte de Medellín. Precisamente como la mayoría de sus localidades están formadas por edificios, el concepto de barrio tal y como lo entienden nuestros padres y abuelos se vuelve difuso para nosotros, los jóvenes, que aprendimos a vivir en cubículos sin la necesidad de compartir con otros. Aquí desaparecieron las calles cerradas por los juegos de fútbol, los niños pasando de casa en casa en busca de un buen ejército para jugar policías y ladrones, o el intercambio de consejos culinarios y caseros entre las amas de casa. No, aquí lo que prevalece es la independencia, la privacidad, el encierro y el apresuramiento.

Desde una primera mirada la rutina de este barrio resulta ser muy aburrida y monótona. Las escenas de la mañana se limitan a los saludos de los vecinos en el ascensor (sería interesante ahcer una reflexión más profunda sobre la importancia de estos artefactos para la construcción de comunidad en los edificios) la salida de los carros de las porterías, acompañados de algunas manos o caras perezosas que saludan al portero y los niños esperando intranquilamente la llegada de sus transportes. El resto del día pasa tranquilo y con escaso movimiento. Esto no cambia mucho en la noche, los niños regresan con pasos lentos y pesados, los carros entran con sus luces prendidas, pero esta vez sin manos ni sonrisas porque el día- y los tacos- se han quedado con ellas, y por supuesto los respectivos “ Buenas noches” de los vecinos al encontrarse en el ascensor. Como dije antes la cotidianidad de esta localidad es, desde una mirada rápida y superficial, muy aburrida y triste. Debo admitir que mi primer año en este barrio transcurrió tal y como lo acabo de describir, casi nunca había alguna novedad y llegué a conocer a mi primer vecino a los seis meses de haberme mudado.

 Sin embargo todo esto cambió cuando mi mamá me regaló a Rocky, un cachorro “criollito” que se robó mi corazón desde el primer momento en que lo vi. Dentro de mis nuevas responsabilidades estaban las tres paseadas diarias para que el perrito corriera, jugara, y lo más importante, para que no ensuciara el apartamento, primer condicionante de la permanencia de Rocky en mi familia. Al principio solo le daba vueltas en el parque de mi edificio, que era estrecho y estaba construido sobre césped artificial, pero a medida que Rocky fue creciendo fui traspasando las fronteras de alambre que me separaban del resto de los edificios y del barrio. Fue entonces cuando comencé a conocer a mis vecinos, a quienes habitaban en los otros edificios;  a medida que iba paseando a rocky por los parques y calles de mi barrio comencé a distinguir caras, a saber quién vivía en dónde y a quien pertenecía cada perro que me encontraba durante mis caminatas. Fue así como comencé a entender que hacía parte de un barrio tranquilo, alegre y lleno de vida; y lo más importante, lleno de historias por conocer y compartir.

De tanto encontrarnos y saludarnos algunos vecinos y residentes de los edificios aledaños decidimos que todos los días a las seis de la tarde nos reuniríamos para sacar juntos a los perros, de forma que ellos pudieran jugar y correr mientras en el parque improvisábamos una tertulia, cada noche de un tema distinto. Ya han pasado varios meses y nuestra iniciativa sigue intacta, de hecho se han adherido nuevas personas, lo que ha permitido ampliar la comunidad y la construcción de  una barriada fresca, solidaria y alegre. Estoy segura que ninguno de nosotros, los dueños de estos perros, habíamos imaginado que íbamos a vivir el barrio, que íbamos a conocer nuevas personas y encontrar amigos gracias a estos animales que, como buenos amigos, nos enriquecieron con compañía y nuevas anécdotas. Si no fuera por ellos tal vez ninguno de nosotros hubiera visto la vida y el gran potencial de este barrio que poco a poco ha adquirido color y sabor.  Haciendo una mirada aún más profunda, pude entender que los perros son solo escusas que tenemos, nosotros los hombres solos, para salir y entablar cualquier conversación que nos permita salir de la rutina y ampliar nuestro círculo de amigos, por eso creo que se están volviendo tan comunes en los barrios de la comuna 14 de Medellín.

 

Barrio Los Balsos 2, Sector Ceylán

Barrio Los Balsos 2, Sector Ceylán

Doña María y su perrita Niña

Doña María y su perrita Niña

 

La barriada y sus perros

La barriada y sus perros

Israel y Palestina: Un matrimonio fragmentado

El conflicto palestino-israelí siempre me ha parecido un rompecabezas muy complejo de armar, pues múltiples causas y actores entran a jugar allí un papel específico y determinante para la continuación de una guerra, que aunque pareciera tener causas sencillas, con el tiempo sus consecuencias y posibles soluciones se hacen cada vez más difíciles. La tensa relación entre estas dos naciones puede compararse con la relación entre dos esposos cuyo amor ha desaparecido, para darle paso al odio,  a la  indiferencia e intolerancia, pero que debido a la existencia de un hijo en común, ambos deciden cohabitar para no hacer daño a éste,  manteniendo siempre la esperanza de que sea el otro quien se canse y decida irse. Ninguno cede, y a medida que pasa el tiempo las disputas e insultos se vuelven más intensos y constantes. Mientras tanto quienes se encuentran cercanos a esta pareja observan la situación, con la frustración de no poder intervenir, de no poder entrometerse en una pelea en la que nada tienen que ver y sobre la cual no puede ejercer autoridad o conciliación.

Esta es la situación que enfrenta el mundo, que como espectador, poco puede hacer para dar fin a este conflicto, toda vez que la misma naturaleza de esta guerra se encuentra en el espíritu de ambas naciones. Es decir lo que pelean los israelitas es su historia, su promesa como pueblo de Dios; luchan por un territorio otorgado para su protección, además de que es éste el único Estado judío en el mundo. Lo mismo sucede con los palestinos, pueblo árabe a quien le pertenece esta porción de tierra desde el principio de los tiempos, en el que se encuentran sus ancestros y sobre el cual han construido una forma de vida. Para ellos, y para el resto de los árabes, lo que tienen allí es irrenunciable, tal y como  piensan los judíos.  Es decir lo que se disputa en este conflicto es quién se queda con la cobija, donde la posibilidad de compartirla o dividirla no es, para ninguno de los dos, una opción.

La película Insha´Allāh refleja de manera poética este eterno y difícil enfrentamiento, en donde decidir qué lado defender y cuál atacar es un dilema profundo. Tal como sucede con el hijo que no sabe con quién quedarse, así sucede con el mundo entero, que mira con horror lo que allí sucede pero que no sabe a quién defender. Ni siquiera Estados Unidos ha mostrado una decisión definitiva, pues si bien Israel es su socio principal en el Medio Oriente, nunca ha estado en contra de una negociación  de paz, y no se ha mostrado hostil con los palestinos, por el contrario se ha mostrado dispuesto a conciliar para lograr la paz para ambos pueblos. Porque, como dije, tomar partido en este conflicto, es una cuestión  donde la moral y la racionalidad- y el interés- choca constantemente.

 

Tomado del blog Página 17

Tomado del blog Página 17

Dos brazos para dar fin a las trincheras en Colombia

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 Montelíbano es internacionalmente conocido por ser el municipio que alberga una de las minas a  cielo abierto grande del mundo, pero es nacionalmente conocido por ser  el anfitrión de los  diversos males que por más de 50 años han corroído a la sociedad colombiana. Esta es una tierra  de colonos sabaneros, de fértiles suelos y abundantes riquezas naturales, que sumados a su  posición estratégica (ubicado en el Nudo de Paramillo) hacen de éste un imán perfecto para los    intereses, no solo de grandes inversionistas y latifundistas, sino también de paramilitares,  guerrillas, bandas criminales y narcotraficantes que encuentran en Montelíbano un lugar perfecto  para asentarse, arrebatando a sus pobladores la paz y tranquilidad  de su cotidianidad.

 La  explotación de los mineros por parte de la multinacional Cerro Matoso, la  corrupción de sus  funcionarios públicos, la ausencia de Estado, la presencia de grupos armados (guerrilla,  paramilitares, y bandas criminales) y narcotraficantes, y un grave problema agrario, convierten a Montelibano en un gran hoyo negro, en una trinchera estratégica para la guerra y en un punto muerto para la soberanía del país. Un ejemplo más dentro de los muchos municipios y veredas que se encuentran ahogados en la pobreza, el olvido, la ilegalidad y la violencia. Poblaciones que deben ser tenidas en cuenta a la hora de hablar de una construcción de paz, puesto que si no son traídas a la discusión como primer paso, seguirán siendo nodos de conflicto y de violencia.

Montelibano, ademas de tener la mina de níquel más grande de Colombia, cuenta con la presencia de grandes terratenientes y ganaderos, que dueños de la riqueza y los beneficios de su posición se han encargado de fortalecer lo que Duncan denomina “la base clientelista de la sociedad”,  donde  los campesinos obtienen sus beneficios y servicios básicos a partir de la intermediación de estos señores feudales, permitiendo de esta manera la construcción de una fuerte estructura vertical. La sociedad se ha acostumbrado a la ausencia del Estado, se ha acostumbrado a este tipo de relaciones y por eso se hace fácil la promoción y aparición de grandes señores de la guerra, que con sus actividades ilícitas cuentan con el capital suficiente para traer el progreso y el mejoramiento de las poblaciones, recibiendo a cambio el apoyo y protección por parte de los campesinos, que sin darse cuenta, se han convertido en el ejército raso de una guerra sin sentido. Con uno de los peores problemas de distribución de tierra en el país y una rápida concentración de la propiedad en manos de narcotraficantes, esta región se convirtió a finales de los ochenta en el campo de batalla de una gran guerra de aparatos  –guerrillas, paramilitares y narcotraficantes –  y en los años noventa en un albergue de una de las estructuras más fuertes y consolidadas que tuvieron las ACCU y la AUC.

Gustavo Duncan define que la presencia de señores de la guerra se da cuando “la coerción y protección en una sociedad por parte de facciones armadas al servicio de intereses individuales y patrimonialistas, es superior a la capacidad del estado democrático de ejercer un grado mínimo de monopolio de la violencia, y al ser las facciones armadas la principal herramienta de coerción, extracción de recursos y protección del orden social en una comunidad, es posible concluir que se constituyen en su Estado en la práctica” (Duncan, 2006, p.30). Y traigo a colación esta definición, porque creo  estos señores de la guerra constituyen uno de los principales problemas que tiene Colombia para lograr una cultura de paz en las diferentes localidades del territorio nacional. Mientras el Estado no despierte de su adormecimiento, y las comunidades no se apoderen de su papel activo como ciudadanía, este país seguirá hundiéndose en el  fango de la guerra

Quiero proponer una manera distinta de entender la vía de un proceso de paz , donde no  sea una línea vertical de “arriba hacia abajo” o de “abajo hacia arriba” como lo han planteado algunos autores, sino de crear sinergias que permitan un proceso horizontal, donde  las autoridades públicas y  las comunidades locales en general estén en función del mismo ideal y del mismo camino para alcanzar la convivencia pacífica, de manera que se conviertan en los dos brazos que construyan paz, cada uno siendo eficiente en sus funciones: por un lado el desarrollo de políticas públicas y mejoramiento de infraestructura del Estado, tanto central como local, y  por el otro la construcción desde la comunidad de campañas para la  transformación de valores y el fortalecimiento de la identidad nacional

Pienso que es necesario que existan dos brazos fuertes capaces de sacar adelante el proyecto de paz en Colombia. Por un lado el brazo del Estado, que proponga políticas públicas coherentes, marcos legales eficaces, capital económico, infraestructura judicial y coercitiva que mantenga la seguridad del territorio, permitiendo pilares más fuertes, con mayor capacidad para sostener a esa gran plataforma para la paz y enterrando las posibilidades del resurgimiento de señores de la guerra. Por otro lado está el brazo que representa a las comunidades locales del país, como Montlibano, que haciendo uso de su conocimiento sobre el funcionamiento de los factores reales de poder dentro de las regiones, así como las dinámicas sociales y políticas que allí suceden, se encarguen de  difundir un mensaje transformador de valores, que permitan cambiar la visión de desarrollo y realización de los pobladores, y logren así desacreditar las prácticas ilegales que se han impuesto en los años de guerra en Colombia. Además es tiempo de que las comunidades dejen de temerle al control político, tan necesario para que el Estado y las instituciones, funcionen como debe ser.Este brazo permitirá que la plataforma tenga más amplitud y más flexibilidad para que los cambios y proyectos que se generen luego de una negociación de paz puedan acoplarse efectivamente al modus vivendi de la sociedad colombiana,  sin el riesgo de que resurjan los problemas iniciales del conflicto.

Al incorporar a los ciudadanos en estos esfuerzos por construir la paz, se les está dando un reconocimiento como actores, otorgándoles al mismo tiempo responsabilidades para hacer que la convivencia pacífica dentro del territorio sí sea posible. Es un proceso completo e íntegro, que requiere de la eficacia de ambos brazos  para que tenga éxito.

Cuando cada brazo reconozca la necesidad del otro y logren trabajar juntos, cada uno haciendo lo que mejor saber hacer, podrá encontrar la paz una pista de aterrizaje, no solo en Montelíbano, sino también en el resto del país, con la garantía de haber sido construida con unidad, integridad y proyección, asegurando estabilidad para las generaciones futuras.

Referencias: Duncan, G. (2006). Los señores de la Guerra. Bogotá: Ediciones Planeta.

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